miércoles, 28 de mayo de 2014

Un templo

En un momento comienza,
todo se basa en mover una pieza.
El miedo siempre está.
Ese gran temor de perder,
y jamás poder ganar.

Tantos deseos de intentar como de correr.
Miles de anhelos por soñar sin estar durmiendo.
Ya no se inventan poesías para comer,
sino que se escriben para hacer un templo.

Entonces salen las primeras palabras,
como un bebe que entre llantos escapa.
Las letras tiemblan al ser colocadas.
Sin embargo no tardan en convertirse en magia.

Se mecen en hojas lisas, tono marfil,
y entre algunas risas,
se escapa el humor,
llega la melancolía.




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